
Aquel 25 de junio de 1922 no iban a ser “Os bayladós” de castañuelas de Santa Orosia los que, como era costumbre, durante el recorrido de la procesión, sin perderle la cara a la urna de la Santa, la acompañaran con sus bailes. Se rompía así la tradición de honrar a esta virgen con un dance de carácter cívico-religioso que probablemente hundía sus raíces en el medievo y que, como mínimo, se venía haciendo desde 1623. En su lugar, previamente instruidos por un danzante de Yebra, contratado por el Ayuntamiento en cuestión de un mes, aparecieron en la procesión sustituyendo a “Os bayladós” unos danzantes con palos en las manos. Se trataba de la versión jaquesa de los tradicionales danzantes de Yebra de Basa que, desde tiempos inmemoriales, venían acompañando a la peana con la “cabeza-relicario” de la Santa desde Yebra hasta el Santuario del monte de Santa Orosia. Como era de esperar, la súbita desaparición de “Os bayladós” y la presencia del “Paloteao” no se produjo sin cierta polémica e incomodidad.