
“Ha sido un descenso más lento de lo habitual pero limpio y sin incidentes, para disfrutar”, aseguró al final de la jornada José Pérez Vinacua, miembro de la Asociación de Nabateros de la Val d’Echo y uno de los responsables de la organización de esta manifestación tradicional que fue declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Aragón en 2013, junto a las que tienen lugar para estas fechas en la Galliguera y el Cinca.
El descenso de navatas por el río Aragón Subordán llegaba a su decimotercera edición, después de dos años de paréntesis como consecuencia de la pandemia. Había nervios y emociones encontradas por la ausencia de David Climente Lalaguna, joven de la localidad que falleció hace un año y que, al igual que su padre y hermano, participaba en esta actividad. Su recuerdo estuvo presente antes, durante y después del descenso, con una fotografía final de todos los navateros mostrando una imagen de David. Su padre, que días antes había comunicado la decisión de no salir porque no se encontraba con ánimos suficientes para hacerlo, finalmente se subió a una de las navatas y surcó las aguas del Aragón Subordán arropado por sus compañeros. “Para todos fue un motivo de gran alegría y la manera de recuperar la ilusión después de la pérdida de David”, reconoció Pérez.