
Cuando en el año 2003 comenzó el traslado de las miniaturas del Fuerte Rapitán a la Ciudadela de Jaca, se dio el primer paso para crear el Museo de Miniaturas Militares que hoy conocemos. Tuve el privilegio de formar parte de ese proyecto y compartir la ilusión de construir un espacio que estaba destinado a convertirse en un hito cultural de la ciudad y que iba a contribuir a transformar definitivamente el conjunto del monumento que lo alberga, que actualmente es sin duda un referente en Aragón y lugar indispensable de visita para cualquier turista interesado por el arte, la cultura y el patrimonio.
Recordando los orígenes del museo, es imprescindible nombrar a Carlos Royo Villanova. Él fue el coleccionista de las más de 35.000 figuritas de plomo e impulsor con el entonces alcalde Armado Abadía, de la primera puesta en escena en el año 1984. Los muros del fuerte Rapitán acogieron en túneles, casamatas y almacenes los distintos dioramas que mostraban al público. El paso de los años, las humedades, la falta de presupuesto y mantenimiento obligaron a cerrar años después la exposición. Fue en septiembre de 2002 cuando se firma un convenio entre el Ayuntamiento y el Ejército para la construcción del nuevo museo.