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“Oroel continuará en su sitio por mucho tiempo y queremos desarrollar nuestra libertad a su sombra, pero hay otras expresiones no esenciales que a nuestro juicio deberíamos cambiar”

Canto del himno del Primer Viernes de Mayo en la fiesta de 2019. RICARDO GRASA

Las canciones en general y los himnos en particular no son inocentes. Muy al contrario, pretenden recoger, transmitir e inculcar un modo de percibir el mundo. En esa línea, vida y libertad son palabras perfectas para iniciar un himno que pretende cantar los valores de nuestra ciudad.

Pero nos llama la atención algo que pasa con las canciones y su música y es que esta última puede ser tan atractiva que no atendemos lo suficiente a las letras, aunque las coreamos una y otra vez. De hecho, algunos recordamos haber cantado cara al sol un himno. Años más tarde redescubrimos su contenido y sus connotaciones, y esto modificó nuestra percepción de palabras como ‘bandera’, ‘muerte’, ‘paz’ o ‘vencer’.

Si atendiéramos a lo que decimos, quizás nos sucedería lo mismo que a unos estudiantes argentinos que tomaron una canción tradicional, Arroz con leche, cuyos primeros versos dicen “me quiero casar con una señorita que sepa coser, que sepa bordar…” y los cambiaron por “yo quiero encontrar una compañera que quiera soñar, que crea en sí misma…”.

Nos parece importante la transformación que hicieron esos estudiantes porque las canciones tienen un papel significativo en la construcción ideológica de una sociedad y, al repetirlas tantas veces, acabamos asumiendo sus mensajes. Suponemos que, si hoy analizáramos baladas como Sin ti no soy nada, de Amaral, la tradicional Madre anoche en las trincheras o Non, je ne regrette rien, de Edith Piaf, quizás también nos gustaría modificar esas letras.

Algo similar nos sucede con algunos de nuestros más queridos cánticos. Nuestra patrona resulta ser una princesa bohemia, Santa Orosia, y su himno la alaba porque murió víctima de violencia de género causada por un caudillo sarraceno cuando, obviamente, aún no se hablaba de esa lacra social. Aunque se trata de un canto religioso, nos sorprende que el ser violentada “por su fe” produzca en la víctima un “divino placer”.

Pero la celebración más popular en nuestra ciudad es la del Primer Viernes de Mayo que ensalza una supuesta batalla y la victoria de las huestes del Conde Aznar Galíndez (ayudado por las mujeres) sobre el moro invasor. Es una de esas festividades coloridas que coinciden con el apogeo de la primavera y que tiene diversos momentos en los que se celebra la unión de los jacetanos. El clímax de esta fiesta se produce hacia las 13:30, cuando se canta el himno de la ciudad ante la puerta del Ayuntamiento y con el respaldo de la corporación.

La letra proclama que “Jaca libre sabe vivir a la sombra del monte Oroel” y, como cualquier otro canto guerrero, nos dice: “corred prestos a la pelea”, “cansad vuestros brazos de herir”, “vencer o morir”, y nos invita a gritar “¡Victoria! es el grito viril”, y a desfilar llevando “en lanzas las cabezas moras”. Evidentemente estas expresiones no se corresponden con el sentir mayoritario de un pueblo que, aunque es verdad que lo canta a voz en grito, ama sus tradiciones y festeja su relación como grupo, no es hoy en absoluto violento y trata de llevarse bien con propios y ajenos.

Cataluña oficializó en 1993 Els Segadors como himno de la comunidad. Con buen criterio, en la letra ya no figuraban estrofas tan agresivas como la que decía, en versiones antiguas, que “con la sangre de los castellanos haremos tinta roja”. En 2016 el Senado canadiense aprobó que en el suyo se sustituyera la palabra “sons” (hijos varones) por el término inglés “us” que engloba también a las mujeres. Hay otros muchos ejemplos de cánticos reescritos.

Oroel continuará en su sitio por mucho tiempo y queremos desarrollar nuestra libertad a su sombra, pero hay otras expresiones no esenciales que a nuestro juicio deberíamos cambiar. ¿Quién asumirá el reto de tomar la iniciativa para intentar reescribir esos fragmentos de nuestro himno? ¿Lo hará el Ayuntamiento, la Hermandad, algún escritor, los escolares…? La fiesta que conocimos de niños no era en absoluto tan vistosa como lo es hoy, ojalá que mañana sea aún mejor.

Firmado: COLECTIVO PENSAMOS (pensamos6@gmail.com)
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