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HOCKEY HIELO

“El hockey había cambiado, pero él no, aportando infinidad de cuestiones que pasan desapercibidas para el público, pero de valor incalculable para un vestuario y un equipo: liderazgo positivo, personalidad, ejemplo, humildad, espíritu de lucha, compañerismo y un largo etc. de valores deportivos”

Carlos Palacios, capitán del CH Jaca, en el podio de los primeros Juegos de Invierno de los Pirineos, en 1980. FOTO BARRIO

El pasado 26 de diciembre falleció Carlos Palacios Sarto, entre muchas otras cosas, exjugador y excapitán del Club Hielo Jaca.

Mis primeros recuerdos de Carlos datan de mis comienzos en el hockey hielo con apenas 13 años, recién inaugurada la antigua pista de hielo. Recuerdo a un tipo fuerte, que a mí me parecía enorme y muy mayor (en realidad no era ni una cosa, ni la otra), siempre de buen humor, con un trato muy cordial con los que entonces éramos los infantiles del club. No todos “los mayores” en esa época nos trataban a “los pequeños” como él siempre lo hacía, con respeto, dando ánimos constantemente, ayudándonos en nuestro aprendizaje, sin una mala palabra, un mal gesto, un acto de supremacía o soberbia hacia nosotros; todo lo contrario.

Fue uno de los pioneros del hockey en nuestra ciudad en 1972, alargando su vida deportiva, con algunas interrupciones e intermitencias, hasta principios de los 80, cuando el hockey había cambiado ya mucho desde aquellos primeros años.

Él jugaba con cierta ventaja, puesto que siendo monitor de esquí tuvo un poco más fácil en los comienzos de este deporte en Jaca adquirir las destrezas básicas e iniciales para desenvolverse con soltura en el hielo.

Sin embargo, el recuerdo que permanece imborrable de mi memoria y que me une a Carlos Palacios de una manera especial data de la final de la Copa del Rey de 1975, disputada en Jaca contra el Txuri-Urdin de San Sebastián y que, por cierto, acabamos perdiendo. Era mi primer partido con el equipo sénior, con 16 años recién cumplidos, y el entrenador, Denis Sullivan, de manera sorpresiva me comunicó que estaba convocado para disputar la final. No podía creerlo, la ilusión y los nervios me embargaban por igual. No esperaba jugar mucho; sin embargo, al comenzar el tercer tiempo Denis me comunicó que debía ocupar el puesto de Carlos en la 3ª línea. Nunca olvidaré ese partido y las emociones que sentí, aunque no recuerdo si llegué a tocar la pastilla en alguna ocasión. Recuerdo especialmente cómo Carlos, en lugar de estar molesto por su sustitución, se dedicó a animarme constantemente, a darme la confianza que necesitaba para salir cada cambio, a poner en valor lo bien que, según él, lo estaba haciendo. No lo olvidaré jamás.

Pasaron los años y volvimos a ser compañeros de equipo, compartiendo entrenamientos y partidos. Recuerdo especialmente su buen humor, cómo nos animaba cuando percibía frustración, decaimiento o cansancio, cómo valoraba nuestra progresión, cómo nos decía que los alumnos habíamos superado al maestro. El hockey había cambiado, el nivel había iniciado un camino ascendente, sin embargo, él, junto con unos pocos privilegiados de aquellos pioneros de hockey, pudo mantenerse allí, compitiendo dignamente a pesar de haberse iniciado en este deporte en edad adulta. El hockey había cambiado, pero él no, aportando infinidad de cuestiones que pasan desapercibidas para el público, pero de valor incalculable para un vestuario y un equipo: liderazgo positivo, personalidad, ejemplo, humildad, espíritu de lucha, compañerismo y un largo etc. de valores deportivos.

Recuerdo para terminar una anécdota cómica, que ilustra su manera de ser. A punto de partir para un viaje a San Sebastián y andando escasos de jugadores por distintos motivos, le pedimos que viniera a jugar el partido. No lo dudó un instante, a pesar de no estar entrenando en esos momentos. Puso una condición, teníamos que llevar a sus dos perros en el autobús, pues no tenía con quien dejarlos, condición que fue aceptada y nos permitió viajar y disputar el partido con el número de jugadores necesarios para ello.

Retirados ambos de la práctica deportiva, siempre que nos encontrábamos por la calle, nos saludábamos y comentábamos la situación del club, del equipo, de los jugadores, de la liga etc.

La última vez que nos vimos, hace apenas un mes, no fue diferente a las otras y a pesar de lo avanzado de su enfermedad, su personalidad y su ánimo no habían cambiado, seguían intactos.

Se ha ido un excelente maestro, compañero y amigo. Te echaremos de menos.

Firmado: JOSÉ ANTONIO RIVERO LALAGUNA (Exjugador del Club Hielo Jaca)
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