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“Por eso conviene poner en práctica siempre la conocida regla de las ‘tres erres’ (reducir, reutilizar, reciclar), a las que se nos propone ir añadiendo otras como reemplazar o reparar. Dichas ‘erres’ no son sino llamamientos a disminuir la acumulación ascendente de bienes y recursos, que la publicidad de los mercados nos hace creer imprescindible para el funcionamiento de nuestra sociedad”.

Reducir, reutilizar y reciclar, la conocida regla de las ‘tres erres” para reducir los efectos del cambio climático. SE

Recibimos constantemente noticias alarmantes sobre el cambio climático, provocado en gran medida por nosotros mismos, y sobre la pérdida de biodiversidad, que nos muestran la urgencia de avanzar hacia una nueva “civilización ecológica”, capaz de construir en la Tierra un futuro viable para todos los seres vivos.

La respuesta a este reto debe ser necesariamente global y requiere la colaboración entre gobiernos, empresas y sociedad civil, además de una inversión gigantesca, que deben aportar, sobre todo, los países más ricos, principales responsables de la aparición del problema. Nos encontramos ante la última oportunidad de poder salvar nuestro planeta de lo que pueden ser efectos aún más devastadores que los recientemente vistos, como sequías, inundaciones, olas extremas de calor, nuevas pandemias y numerosas pérdidas de medios de vida, hogares y consiguientes muertes prematuras.

Ante este gravísimo desafío ambiental, cada país debe acometer con urgencia el rediseño de los planes urbanísticos, de producción y de transporte, abandonando el objetivo del crecimiento continuo que el Club de Roma, ya en 1972, estableció como inviable en un planeta limitado. De hecho, se sabe que, para satisfacer los requerimientos de nuestro sistema de vida actual, la humanidad necesitaría al menos 1,7 Tierras (más de 5 si todos viviéramos como en Australia, 2,4 si fuéramos españoles, ¡y solo 0,6 si habitáramos en la India!)

Pero, ¿podemos hacer algo nosotros, los ciudadanos de a pie? Conviene plantear algunos temas para la reflexión. En primer lugar, nos parece primordial afirmar que el actual desastre ambiental, provocado en gran medida por nuestro creciente consumo desenfrenado, es evitable. Aunque la solución depende principalmente de las actuaciones de gobiernos y organismos supranacionales, hemos de autoconvencernos de nuestra responsabilidad ante este desafío, porque “nadie comete un error mayor que aquel que no hace nada porque cree que solo puede hacer un poco” (E. Burke).

Por eso conviene poner en práctica siempre la conocida regla de las ‘tres erres’ (reducir, reutilizar, reciclar), a las que se nos propone ir añadiendo otras como reemplazar o reparar. Dichas ‘erres’ no son sino llamamientos a disminuir la acumulación ascendente de bienes y recursos, que la publicidad de los mercados nos hace creer imprescindible para el funcionamiento de nuestra sociedad. Al aplicarlas, ponemos de manifiesto nuestra voluntad de cambiar esa dinámica.

Además, podemos ‘educarnos’ unos a otros, con el ejemplo y la palabra, en erradicar el abandono de residuos en el medio natural y en el urbano, siendo conscientes de que permanecerán allí inalterados durante largos periodos de tiempo, contaminando nuestro entorno. Así evitaremos igualmente la necesidad de realizar desembolsos considerables para que otras personas se encarguen de retirarlos.

También contribuiremos a la solución si damos nuestro apoyo a los proyectos políticos que pretenden de manera concreta y real mejorar nuestro medio ambiente y que a la vez persiguen disminuir las enormes desigualdades de oportunidades y riqueza que existen entre los países y dentro de ellos. Asimismo, es necesario evidenciar nuestro rechazo a quienes anteponen el desarrollo económico al equilibrio ecológico.

Nos acercamos a una temporada propensa al despilfarro y al consumo, a los que se nos va a alentar insistentemente de mil maneras. Precisamente por ello es este un buen momento para recordar que la Tierra es un bien común y finito, y poner en práctica la idea de que es posible “vivir mejor con menos”.

Firmado: COLECTIVO PENSAMOS (pensamos6@gmail.com)
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