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100 AÑOS

Noviembre 1921

José María Campoy vistiendo el uniforme de capellán, esperando el embarque para Melilla. FOTOTECA DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

¡Murió! De su muerte nos habían hablado varias veces, pero se desmentía con una nueva noticia que afirmaba hallarse en poder de los moros en tal o cual cabila. Unas horas después decían: “Campoy, vive. Está prisionero en M. Talza. Se sabe de seguro”.

¿En qué quedamos? –pensábamos nosotros, con esa ansiedad y esa pena que nacen de las más dolorosas incertidumbres…

Han pasado días, semanas, meses enteros, sin llegar nunca la solución de esta trágica odisea en que se ha traído y llevado el nombre de Campoy.

Ahora… ya no hay duda. Sí que ha llegado para siempre la solución de ese proceso macabro y altamente sentimental. Al pobre José María Campoy, recogido como piltrafa gloriosa en el nefasto Monte Arruit, ya le han dado cristiana sepultura sus atribulados hermano y tío carnal, que por los campos africanos iban en busca del deudo querido, como en una exploración de duda y de tormento.

José María Campoy era un capellán del regimiento de Alcántara, fiel cumplidor de su deber. Un sacerdote ilustrado, afable, con generosos impulsos de inteligencia y de corazón. Un amante fervoroso de su familia.

Por estas cualidades le estimábamos en toda su valía. Como jacetano, tenía nuestro cariño y consideración.

Ya no hay nada de esto. Todo se ha derrumbado ante el salvajismo de la guerra.

Nosotros elevamos una siempreviva al dolor de su buena madre, de sus hermanos y de sus tíos carnales. Y deseamos fervientemente que Dios haya acogido al mártir de su deber, al desventurado jacetano don José María Campoy Irigoyen, que hace pocos meses salió voluntario para ese regimiento de Alcántara que ha sido juguete de la Fatalidad y de la locura de los hombres. –F.Q.

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