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Participantes en la lectura del manifiesto. EL PIRINEO ARAGONÉS

Plataforma Jacetania y Alto Gállego: Julia Ferrando (Espuéndolas) y Orosia Casasús (Larrés).

Las personas que vivimos en estas montañas sabemos bien que nuestro paisaje no es un simple decorado.

El paisaje es el espacio que nos acoge, en el que descansa nuestro patrimonio, forma parte de nuestra identidad colectiva y es el marco imprescindible para las actividades económicas diversificadas que garantizan nuestro futuro. En definitiva, el paisaje es el lugar donde habita la vida…

Por eso, conscientes de su potencia y también de su fragilidad, hemos aprendido a valorarlo, a compartir y, adaptándonos a los tiempos, a generar nuevas utilidades intentando cumplir con nuestra obligación de preservarlo, como pequeños eslabones de una cadena milenaria.

Desde esta plataforma ciudadana partimos de nuestro compromiso en la defensa de nuestro paisaje y entendemos que el desarrollo de las energías renovables puede ser una oportunidad para frenar –y posiblemente revertir en parte– los efectos del cambio climático. Apostamos por un modelo de gestión pública, descentralizado, que tenga en cuenta las necesidades y especificidades de cada territorio y que con una visión global regule una ordenación que no genere afecciones irreversibles, especialmente en el eternamente castigado medio rural.

Ante la avalancha de proyectos de macroparques fotovoltaicos que nos afectan, los vecinos y vecinas de estas comarcas del Pirineo sentimos amenazado el modo de vida que ha perdurado durante generaciones, y que ha logrado modelar el paisaje que hoy podemos contemplar y disfrutar, y por eso damos un paso al frente y nos unimos, desde esa diversidad que nos caracteriza y nos enriquece, comprometiéndonos a participar en el diseño de las alternativas que sin duda existen.

Amigos de Serrablo: Pilar Piedrafita.

El paisaje que nos ofrece esta zona del Biello Aragón, custodiado por las montañas sagradas de Santa Orosia, Oturia y la Peña Oroel, es un excelente marco para nuestro patrimonio cultural. Reúne, a las puertas del Pirineo, una de las mejores muestras del románico aragonés, multitud de bienes catalogados y protegidos, importantes muestras de arquitectura popular, interesantes proyectos relacionados con el arte contemporáneo y diversos elementos de patrimonio material e inmaterial que conforman nuestra identidad.

En este momento nos vemos en la obligación de renovar nuestro compromiso con el reconocimiento y la conservación de nuestro patrimonio cultural para el que los macroproyectos fotovoltaicos previstos suponen también una grave amenaza, ya que generarán una dantesca panorámica de mar de placas y líneas de alta tensión que se podría observar desde muchos de los lugares de mayor interés patrimonial.

Asociación Doña Sancha (consumidores y usuarios): Isabel Castillo.

El necesario desarrollo de las energías renovables debería suponer también una oportunidad para regular el mercado de la energía, como un bien básico de primera necesidad, indispensable en todas las actividades cotidianas.

A la vista está que es urgente una intervención desde lo público ante los excesos que actualmente sufrimos y que solo generan desorbitados beneficios a las grandes compañías eléctricas a costa de los consumidores.

No parece que el modelo que se propone con las renovables, que sigue estando en manos de las grandes corporaciones, vaya a suponer ningún cambio de dinámica en cuanto al establecimiento del precio de la energía, algo que debería replantearse desde una gestión pública que evite la especulación.

Una apuesta decidida por el fomento del ahorro y la eficiencia energética y el apoyo a las pequeñas cooperativas de producción y consumo, pueden ser una alternativa a los macroproyectos que se plantean que estará perfectamente adaptada a las necesidades y características de nuestro territorio.

AEPAG y ACOMSEJA: Beatriz Peñarrubia y Marian Bandrés.

Implantar grandes plantas fotovoltaicas no hará más competitivas a las empresas e industrias de nuestra zona, ya que en ningún caso están pensadas para el consumo local, sino para su traslado y comercialización en otros territorios.

El impacto sobre una posible generación de empleo es mínimo y se concentra en apenas unos meses durante la construcción e instalación de unas infraestructuras que se importan directamente desde los lugares en los que estas tecnologías están ya muy desarrolladas.

Conviene recordar que en los albores del siglo XX el desarrollo industrial de Sabiñánigo se basó en la llegada del ferrocarril y de las primeras fábricas atraídas por los bajos precios de la energía hidroeléctrica generada en nuestro entorno. Pero esa ventaja competitiva ya no existe puesto que actualmente el precio de la luz es el mismo, independientemente de su sistema de producción y del punto de generación.

Según los datos que se conocen hasta el momento, las instalaciones que se están proyectando en las comarcas del Alto Gállego y la Jacetania, y que siguen avanzando en su tramitación, ocuparían una superficie de más de 900 hectáreas (superficie similar a 1.260 campos de fútbol), lo que convertiría nuestra zona en la segunda superficie de placas fotovoltaicas más grande de Aragón, y entre las cinco más grandes de España. También sabemos que hay empresas que continúan ofreciendo firmas de contratos de alquiler en la zona, lo que nos lleva a pensar que esto podría ser tan solo la punta del iceberg.

Es importante tener en cuenta también los numerosos estudios que indican que la instalación de infraestructuras como las de los macroparques fotovoltaicos y las líneas de alta tensión que llevan asociadas, disminuye notablemente y de manera inmediata en torno al 30% del valor de las viviendas en las zonas afectadas.

Por todo ello, resulta más que evidente que la implantación de este tipo de macroinstalaciones tendría un enorme impacto negativo en nuestra economía, especialmente en el sector turístico, para el que el paisaje es el principal recurso. Y que hipotecaría también el desarrollo de otras actividades económicas en nuestras comarcas, incompatibles con este modelo de desarrollo.

Sector primario (agricultores y ganaderos): Adrián Jarne (Larrés) y Daniel Lacasa (Barós).

El cambio climático es una realidad, y los que vivimos del sector primario lidiamos todos los días con sus consecuencias, ya sea en forma de sequías, inundaciones, heladas tardías… Este tipo de fenómenos son cada vez más habituales y hacen que la agricultura y la ganadería sea cada vez más incierta.

De modo que el sector primario está plenamente concienciado de la importancia de revertir el mismo, y una de las formas de mitigarlo es sin duda la implantación de energías renovables, como la energía fotovoltaica.

El modelo energético que amenaza la parte baja de estos valles, inundaría con paneles solares fotovoltaicos, estructuras metálicas, y líneas de alta tensión, las zonas más fértiles de cultivo. Este hecho generaría un efecto devastador en el sector primario, poniendo en peligro la continuidad de grupos básicos como cooperativas agrarias, ADS ganaderas y, como consecuencia, el resto de agricultores y ganaderos de las comarcas quedarían gravemente afectados, poniendo en cuestión la continuidad de sus explotaciones.

Ante lo que parecía como una gran oportunidad de fortalecer el sector primario y mejorar las condiciones de vida en el medio rural, se ha convertido en una burbuja especulativa que no solo pone en peligro la viabilidad de numerosas explotaciones agropecuarias, sino que además está generando un deliberado conflicto social entre defensores y detractores de grandes instalaciones, un doloroso enfrentamiento entre iguales que no deberíamos consentir.

El entorno en el que vivimos es fruto del duro trabajo de incontables generaciones, que han logrado crear un territorio que no solo produce alimentos de calidad, sino que tiene un incalculable valor paisajístico. Los grandes proyectos fotovoltaicos y eólicos no solo ponen en peligro la viabilidad de un sector estratégico como es la agroalimentación, sino que además favorece la despoblación en el medio rural, nadie va a querer vivir en un pueblo rodeado de placas solares.

Es urgente poner freno a esta burbuja especulativa, estableciendo una moratoria a nivel nacional que paralice este tipo de grandes proyectos, para poder evaluar el impacto real y regular su implantación de forma que sean compatibles con la vida en el medio rural.

Está en juego el futuro del medio rural, si no ponemos freno a esta burbuja, se perdería para siempre el paisaje que con enorme esfuerzo moldearon nuestros antepasados, y en el que hemos invertido innumerables recursos para mantenerlo y cuidarlo.

Por todo ello reiteramos desde aquí la exigencia de una urgente regulación local, autonómica y estatal. Una estrategia de ordenación territorial que proteja al sector y su territorio fértil y preserve las denominadas tierras frescas de montaña para la producción de alimentos, garantizando así el futuro del medio rural para el que la agricultura y la ganadería es un sector estratégico.

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