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Después de años de trabajo, tanto de documentación como de rastreo, son más de 300 los despoblados medievales los que tenemos ya listados –solo en La Jacetania–, y más de un tercio de estos localizados y fotografiados. Fruto de este trabajo, son varias las ermitas que hemos sacado a la luz después de permanecer durante siglos en penumbra. Aquí, en El Pirineo Aragonés, hemos explicado detalladamente cómo se gestó alguna de estas localizaciones. Hoy, por medio de este artículo, trataremos de explicar, de manera concisa, el último hallazgo.

El pasado día 6 de septiembre andaba por Graus tratando de localizar los vestigios de una ermita ribagorzana cuando, a media mañana, recibí la llamada de Miguel Barrutia. Con Miguel nos une una muy buena amistad; son muchos años saliendo juntos por el monte y eso se traduce en un entendimiento total. Si bien yo voy alternando el trabajo de los despoblados medievales de la Jacetania con excursiones y rastreos a otras comarcas, Miguel dedica prácticamente el cien por cien de su tiempo libre a esta tierra. Por su tono de voz, enseguida noté que se trataba de algo importante: había localizado las ruinas de una ermita románica inédita en uno de sus solitarios rastreos.

Si hace algunos meses hallamos la iglesia de San Salvador del despoblado de Castelillo, casualmente no muy lejos de allí, en esta ocasión se trata de las ruinas de la ermita de San Vicente de Larbesa de Araguás del Solano. ¡Ojo! No hay que confundirla con la ermita de San Miguel de la pardina de Larbesa de Jaca, ya que se trata de dos edificios diferentes situados en dos despoblados distintos.

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