Jorge Álvarez Ruiz, músico aragonés, se sumó a la velada interpretando con el salterio melodías de la zona de Jaca y Yebra de Basa
Carlos Núñez comenzó el concierto tocando la flauta entre el público que acudió a los Polvorines de la Ciudadela de Jaca. MARÍA NAVAS
Carlos Núñez ofreció el pasado jueves uno de los conciertos más esperados del XXX Festival en el Camino de Santiago, organizado por la Diputación Provincial de Huesca (DPH). Una vez más, el Polvorín de la Ciudadela de Jaca reunió a un gran público, hasta completar aforo, esta vez para homenajear a Alfonso X el Sabio en el 800.º aniversario de su nacimiento, con el programa Cantigas de Santa María.
El encuentro fue la mejor mezcla entre música y aprendizaje y, con calidad, todo un ejemplo de cómo ganarse al público con naturalidad, con un don innato para captar la atención sobre los sonidos y las palabras. Algo que supo hacerse desde el primer minuto, cuando el músico gallego hizo su entrada por el lado opuesto, acercándose poco a poco al escenario, tocando la flauta con delicadeza mientras paseaba entre los asistentes. Algo que repetiría más adelante con la gaita para demostrar la potencia y la fuerza de este instrumento tan representativo de su carrera, capaz —según explicaron— de superar en decibelios por sí mismo al volumen de un concierto de ACDC.
Aunque pudiera parecer que están a años luz una música de la otra, lo cierto es que las Cantigas son más modernas de lo que se piensa. No por años de antigüedad, si no por sus sonidos, ritmos y modos, muy presentes en muchos de los géneros más actuales. Carlos Núñez quiso reconocer la figura y el gran trabajo de Alfonso X, una persona muy avanzada a su tiempo, a quien le gustaban las mezclas y dar protagonismo a todas las tradiciones. Gracias a él y a su equipo de trovadores, hoy existen las Cantigas, un documento de valor incalculable, obra cumbre de la Edad Media.
Un momento del concierto de Carlos Núñez. MARÍA NAVAS
Y gracias a Núñez y a sus músicos, ayer piezas como las Cantigas o el Dum Pater —himno de peregrinos del siglo XII—, fueron muy accesibles y contemporáneas para todo el público de Jaca. Después de agradecer al Festival su labor por mantener viva la música antigua, llegó el turno de recordar su paso por las distintas ediciones en las que ha estado presente, así como acordarse de su bonita amistad con Jordi Savall, otro gran maestro y referente. Además, el público pudo conocer un poquito más a los músicos con los que compartía escenario: Wolodymyr Smishkewych, Pancho Álvarez, su hermano Xurxo Núñez, Alicia Griffiths, y el violinista de The Chieftains, Jon Pilatzke.
Artistas de diversos lugares de origen que también encandilaron a los allí presentes con su buen humor, sus voces y su música. Instrumentos diversos, como la fídula, el arpa o la lira, replicados y construidos tras años de investigaciones. Un increíble trabajo a la sombra de recuperación durante décadas, realizado por los artesanos, a los que el gaitero quiso ofrecer su reconocimiento pidiendo un enorme aplauso para ellos.
Una noche llena de sabiduría y curiosidades, donde se aprendió la diferencia entre la gaita común y la gaita medieval, que existen precedentes de las Cantigas y también trovadores norteños que dedican canciones a historias y leyendas como la del Rey Arturo y Merlín. Así como la existencia de ritmos de muñeiras y la aparición de textos celtas en el Santuario de Peñalba de Villastar, en Teruel.
Todo para terminar la fiesta con la invitación al escenario de Jorge Álvarez Ruiz, músico aragonés que animó el Polvorín con su maestría con el salterio, y melodías de la zona de Jaca y Yebra de Basa, lugares donde este antíquisimo instrumento ha sido conservado. Otro bonito homenaje también para aquellas personas que consiguen mantener vivas estas ricas tradiciones, y permiten que esta gran música siga sonando. Fue un magnífico concierto, ya para el gran recuerdo, y todo un reconocimiento de Carlos Núñez a un siempre avanzado Alfonso X el Sabio.