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JULIÁN CASANOVA

“La era digital está modificando la forma de ver la Historia, enseñarla y escribirla”

Julián Casanova, uno de los historiadores españoles más importantes y con mayor proyección internacional, visitó Jaca este pasado martes con motivo de la 12ª edición del Congreso de Historia Contemporánea de Aragón, que se celebró en el salón de actos del IES Domingo Miral. El catedrático de la Universidad de Zaragoza, nacido en Valdealgorfa (Teruel) en 1956, se encargó de presidir la cuarta mesa del congreso titulada La destrucción de la intimidad: los instrumentos represivos globales y su aplicación local. Precisamente, Una violencia indómita. El siglo XX europeo es la obra más reciente del historiador, que el pasado mes de abril fue reconocido con el Premio de las Letras Aragonesas 2020.

En lo relativo a la Memoria Histórica en Aragón, Julián Casanova aseguró que “hay una investigación bastante profunda sobre aquel periodo (la Guerra Civil), con memorias enfrentadas y cruzadas, en lugares, monumentos o víctimas que unos tienen muy presentes y otros no han podido recuperar”. “Luego, hubo un avance gradual en la gestión pública, en una época en la que el Gobierno de Aragón pudo hacer algo más y se paró”, continuó el historiador, en alusión al programa Amarga Memoria, datado entre 2004 y 2011.

Con estos factores presentes, actualmente, “la investigación histórica goza de buena salud; en el caso de las memorias, hay que explicar mejor por qué están cruzadas; y en la gestión pública, Aragón ha avanzado un poquito más que otras comunidades autónomas y menos que las dos primeras que empezaron con el tema de la Memoria Histórica, como Andalucía y Cataluña”.

A día de hoy, en España, “enseñar la Historia del siglo XX posiblemente no es difícil, porque ya hace mucho tiempo que hay gente que la ha empezado a introducir en los centros de secundaria”. Sin embargo, “hablar tranquilamente sobre la Guerra Civil en medios de comunicación no escritos, en público, creo que sigue siendo un tema difícil”, apuntó el catedrático de Historia Contemporánea, para el que es clave entender el tema de “las memorias cruzadas”, en el que “Aragón es uno de los paradigmas”, teniendo en cuenta que “el frente divide”.

“En Aragón, tenemos Barbastro y las Cinco Villas. Sitios donde hay un golpe y no hay guerra, o sitios en los que el golpe fracasa y desde el principio hay un fervor revolucionario y anticlericalismo. Allí tienes los dos puntos de vista. Si vas a Galicia, solo está una zona; si vas a Cataluña, hasta el final de la guerra, no tienes zona sublevada o de militares franquistas. Esto es una ventaja para la investigación, porque Aragón resume la Guerra Civil muy bien, pero es una desventaja para las memorias, porque están mucho más cruzadas que en otros sitios”, razonó.

Con respecto a Jaca, Julián Casanova señaló que “más allá del mito de Galán y García Hernández”, la sublevación republicana de 1930 “es un punto de inflexión importante entre lo que es el final de la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República, porque es un intento clarísimo de unión todavía de militares y republicanos a través de una insurrección, cuando eso ya no estaba disponible; en la sociedad española, había muy pocos militares dispuestos a eso. Casi todos estaban en la línea del orden”.

“Y después, creo que durante mucho tiempo fue una especie de elogio de lo que había sido el republicanismo. Jaca es un símbolo para mucha gente. Y también es verdad que en la represión posterior, a partir de julio de 1936, digamos que se saldan viejas cuentas en Jaca, cuando si no hubiera pasado lo de 1930 y el republicanismo, posiblemente la represión no hubiera sido tan dura”, agregó.

Julián Casanova, que en junio resumió la Guerra Civil en 10 publicaciones de Twitter, afirma ser “un firme partidario de la difusión con rigor de la Historia” en redes sociales. “Igual que antes se empleaban medios tradicionales (prensa, radio y televisión), creo que las redes tienen un beneficio importante. Y es que llegas a un montón de gente. Lo ven decenas de miles de personas, muchos de ellos jóvenes”, declaró.

Ahora bien, “las redes sociales tienen dos grandes problemas: uno, que hay mucha gente que se mete a insultar o negar el conocimiento, poniendo por encima la opinión, y segundo, que es muy difícil ver la fiabilidad de las fuentes”. En este sentido, lamenta que “parte de la gente no diferencia entre lo que es fiable y lo que no es”, pero insiste en el papel de las redes como “elemento de difusión de la cultura, la ciencia y el conocimiento”.

“La era digital está modificando la forma de ver la Historia, enseñarla, escribirla… Entonces, ¿por qué negarse a eso?”, se preguntó el historiador, que escribió en las páginas de Opinión de El País y también intervenía en Onda Cero. “Antes, la gente me decía ‘cuidado con la radio’, cuando se ha demostrado que si manejas bien un medio de comunicación, no hay mejor forma de llegar a más gente”, señaló, animando a otros expertos a abrirse a las redes sociales, dejando atrás la postura de “seguir estando en la torre de marfil de la universidad, sin nada que decir”.

La participación de Julián Casanova en el Congreso de Historia Contemporánea de Aragón, junto a José María Faraldo, de la Universidad Complutense de Madrid, dio pie a hablar de que “en los últimos años, lo local y lo global se juntan, en lo que se llama la Historia transnacional, que es no mirar la Historia desde el punto de vista local o nacional, sino viendo la transversalidad de movimientos de población o fenómenos de violencia”.

“Hay mucha gente que se ha dado cuenta de que las fronteras del estado-nación no son la mejor forma de abordar la Historia, lo cual no quiere decir que no tenga que haber Historia sobre Jaca o Albacete. Lo que hay es una utilización de lo que yo llamo el telescopio, que hoy es fundamental para la enseñanza de la Historia. Antes, empezaron sociólogos o antropólogos. Y los historiadores estamos en esa batalla también”, explicó.

Julián Casanova se muestra especialmente contento de haber logrado el Premio de las Letras Aragonesas. “Fue un premio para un historiador, cuando se suele dar a gente que hace ficción. Me satisfizo en el sentido de que llevo mucho tiempo defendiendo que la escritura puede llegar a muchísima gente y no necesariamente tiene que ser ficción”, indicó el catedrático, que quiere reforzar su última obra y ya trabaja “para ampliar a Asia, Latinoamérica o África todo lo que he hecho de Europa”, de modo que “el próximo libro hará un salto y las fronteras se ampliarán todavía más”.

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