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Es difícil entender por qué tal medida no ha sido contrarrestada por las propias autonomías y ayuntamientos. Que el peso de la balanza haya tomado tal deriva, pone en duda que el ecologismo sea por sí mismo masa suficiente para semejante decisión.

Estación de esquí de Candanchú sin esquiadores. FERNANDO ISASI

La estación de esquí de Navacerrada se ve obligada a cerrar, según una Orden del Ministerio para la Transición Ecológica.

Sin duda, un precedente importante, y lo que es más, un nuevo paso de falso ecologismo, que pretende acabar con las estaciones de esquí… Antes, Valcotos; ahora, Navacerrada. ¿Y mañana?… Desde hace años, el cierre de las estaciones de esquí está en el punto de mira de las asociaciones ecologistas y, por ende, en el espíritu y en la mano de algunos partidos políticos que han visto una posible fuente de votos del electorado verde.

En nuestro Pirineo aragonés ya supieron dar pasos recesivos desde los despachos de Zaragoza, para coartar la posible progresión de nuestras estaciones. Candanchú se vio imposibilitada de usar Loma Verde, gracias a la demarcación del Parque Natural de Los Valles Occidentales y el posible uso de Rioseta por la presencia del quebrantahuesos… Nadie puede obviar que el trazado de los perímetros prohibidos guarda una evidente intencionalidad. Formigal también posee zonas prohibidas por causa de las ranas y de la flora especialísima… Claro, la fiesta va por barrios y, aunque pocas estaciones escapan de la injerencia –depende de quién sea el dueño del pastel–, los problemas de impacto ambiental se solucionan con diferente suerte.

Lo cierto es que los ecologistas de ciudad (incluido el potencial de Barcelona), no dudan en poner el grito en el cielo para frenar cualquier iniciativa de progreso, aunque no sea en su autonomía; aparecen vigilantes de cualquier cosa que afecte a este Pirineo (incluido el navarro). El cierre de Navacerrada habrá sido celebrado con cava por muchos de estos aguerridos protestantes. Sin embargo, es curioso que no hayan triunfado en la lucha contra la inmundicia que representan las granjas de cerdos (que han infectado gravemente buena parte del subsuelo y aguas freáticas de Lérida y Huesca), y sí, centran su acción contra las estaciones de esquí, que son un punto importantísimo de riqueza para la zona correspondiente con una contaminación insignificante, respecto a las pérfidas granjas de porcino (a cientos en este país).

Aquí es donde se debe poner el dedo en la llaga. Con la eliminación de Navacerrada, no volveremos a tener el medio de vida que supuso para muchas familias el poder fortalecer su economía, las cuales, partiendo de una existencia rural, pudieron elevar su nivel de vida a las necesidades del siglo XX, gracias al beneficio que el esquí trajo consigo. Fue así tanto para estas familias como para otras muchas personas, donde la afición por la nieve se trasformó en profesión y solución de por vida de miles de aficionados. Entre ellos, la de este que aquí escribe.

Las estaciones traen el fortalecimiento de los ayuntamientos y un aumento recaudatorio para la Hacienda, no solo derivada por el empleo directo en la nieve, sino también por el impacto importante en el sector servicios, construcción e industria (remontes, innivación), y por todo lo que conlleva aparejado. No hace falta reseñar más, la importancia del aporte al PIB que las estaciones generan, es incuestionable.

La evidencia es que la fuente se queda seca por orden gubernamental… Nada más y nada menos que en el año de la crisis económica más importante de nuestra presente historia. Nuevamente la doctrina se antepone a la humanidad y el Estado obvia el sustento del pueblo, siendo paradójico que el poder decrete desde los despachos de un ministerio asentado en el centro de una ciudad fuertemente contaminada, buscando el beneplácito de las masas electorales afincadas en las urbes.

Es difícil entender por qué tal medida no ha sido contrarrestada por las propias autonomías y ayuntamientos. Que el peso de la balanza haya tomado tal deriva, pone en duda que el ecologismo sea por sí mismo masa suficiente para semejante decisión. Hace falta que otras causas pesen, como la aceptación urbanita, o un revanchista varapalo a las comunidades autonómas de Madrid y Castilla-León, al otro lado del pensamiento político…

Y donde rechina la grave decisión es que, lejos de ser un problema de competencia municipal o entre comunidades, el tema se eleva nada menos que al ámbito ministerial. Un ministerio que le importa poco que se destruya riqueza y se soslayen los intereses de numerosísimos ciudadanos. El poder absoluto dicta sentencia sin reparar en los daños y ruina que ello conlleva y los escasos beneficios, incluso ecológicos, que supone dicho cierre. Pero, eso sí, suena bien dentro del marco de transición ecológica… ¿Y tras EL CIERRE QUÉ?…  ¿Las comunidades de Madrid y Castilla-León van a mejorar sus índices de CO2? ¿Los bosques van a librarse de los choques de los trineos contra los árboles del Escaparate? Navacerrada seguirá siendo tomada al asalto por hordas de madrileños que plástico en mano, en igual número, esquiarán por sus laderas… total para nada.

¿Pero es que realmente la democracia ejerce poderes dictatoriales por ostentar una representación llamada democrática, cuando realmente son elegidos por una pequeña parte del electorado? Es evidente que se están apropiando de algo que no es suyo y que se les cedió para que lo administrasen, no para que lo destruyan con argumentos pueriles.

¿O es que estamos ante una práctica de “dictadura democrática”? Insensible a la afectación de sus víctimas. ¿Por qué no se promueve una consulta en la zona y se oye el sentir del pueblo llano, ese al que solo se le pide opinión cada cuatro años? De ese pueblo que dicen ser representantes y jamás escuchan.

Lo peor es que el silencio de los corderos matará a las demás estaciones de esquí y poco a poco, y con la misma argumentación, caerán las estaciones del Pirineo… Ya lo sabemos: “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”.

Firmado: FERNANDO ISASI. Licenciado en Deportes de Invierno.
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