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100 AÑOS

Marzo 1921

Al abrirse el servicio telegráfico la mañana del miércoles en la estación de esta ciudad, recibimos de nuestro corresponsal en la Corte, un despacho, cuyo emocionante texto, por su trascendental importancia, nos apresuramos a divulgar por la población.

Un vil y odioso crimen ha llevado a cabo la anarquía en que hace tiempo vivimos los españoles, crimen que, como sucedió con el que costó la vida a Canalejas, se ha perpetrado precisamente en la personalidad que mayores pruebas de atención había prestado a los problemas sociales.

En las primeras horas de la noche del último martes, fue en Madrid cobardemente asesinado, el ilustre jefe del Gobierno español D. Eduardo Dato, víctima de aquellos para quienes, ni las disposiciones modelo de democracia emanadas de la autoridad del mismo, ni las leyes de conquistas obtenidas por el proletariado merced a la actuación de dicho señor, ni la pléyade de resoluciones gubernamentales del mismo en las luchas del capital y el trabajo, en las que avanzó el glorioso muerto a los pueblos que hoy van a la vanguardia de las tendencias democráticas, son ni representan nada, y solo buscan la destrucción de lo existente al amparo, no de la razón, sino del manejo más o menos impune de la pistola «Star».

Eduardo Dato, presidente del Consejo de ministros de España.

A muy tristes reflexiones se presta el inicuo crimen que ha privado a España de la colaboración en sus designios de uno de los más sanos políticos con que contábamos; pues el atentado odioso es fiel demostración de un orden de cosas con el que precisa acabar cuanto antes, cueste lo que cueste, ya que el actual estado anárquico en que vivimos ha llegado a un límite en que, ni el logro de conquistas apetecidas, ni el mejoramiento de las condiciones del trabajo, ni la regulación armónica de las relaciones con el rico y el pobre, ni la emancipación del obrero, son cosas que preocupen a los que sólo buscan la violencia y el desorden para laborar a su sombra, secundados por la inconsciencia ajena, en pro del derrumbamiento de todo cuanto representa orden, paz, riqueza y trabajo.

En toda la nación se ha levantado unánime protesta contra el infame atentado, en la que nosotros tomamos parte, como amantes del orden y del respeto ajeno; y al rendir póstumo homenaje al político insigne D. Eduardo Dato, despiadada y cobardemente asesinado, sin otra causa ni motivo más que la de ser representante de un estado de orden, hacernos fervientes votos porque pronto ilumine los designios de esta desgraciada España un sol de paz y tranquilidad que la conduzca por el camino deseado del progreso en todo los órdenes, destruyendo como a reptil venenoso todo aquello que se oponga a reanudar la era de tranquilidad que momentánea y tristemente hemos perdido.

Foto de la parte posterior del automóvil en el que fue asesinado Dato cuando el vehículo atravesaba la plaza de la Independencia, en Madrid, en la que se aprecian los agujeros de bala.

Lo del automóvil sospechoso

Algunas horas después de haberse perpetrado el odioso asesinato del presidente del Consejo de ministros Sr. Dato, circularon insistentes rumores acusando la posibilidad de que un automóvil, que vertiginosamente había pasado por Huesca a las dos y media de aquella madrugada, condujera a los autores del atentado en dirección a Francia.

Claro es que estas conjeturas son disculpables en los primeros momentos de impresión y sorpresa, pero bueno es hacer público, en honor a la verdad, que aquella noche llegó a Jaca solamente un automóvil que conducía el acreditado negociante en maderas Sr. Gállego, puesto en viaje precipitado por enfermedad de su esposa, y que hizo su entrada entre las cuatro y las cinco de la madrugada, detalle que hace suponer fundadamente que es el mismo coche que había pasado por Huesca.

Por otra parte, podemos asegurar que, no sólo ejerce la fuerza de Carabineros una estrecha vigilancia en todo este trayecto, sino que la abundancia de nieve en el puerto de Canfranc hace imposible el paso de todo vehículo a la nación vecina.

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