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La exposición Los Tesoros de Santa Orosia (Los mantos) reúne en el Museo Diocesano 25 piezas antiguas y únicas que actualmente se custodian en la Sacristía Mayor de la Catedral de Jaca

Vista de la exposición desde la sala capitular del Museo Diocesano. EL PIRINEO ARAGONÉS

“Descansa el cuerpo de Santa Orosia en su Urna sobre un colchoncito y almohada ricos y curiosos, y lo cubren más de quarenta velos de preciosas telas de seda, oro y plata, de los quales se sacan algunos para satisfacer la devoción de los pueblos y devotos especiales de la Santa que los piden y ofrecen otros en su lugar”.

En 1809, el Padre Fray Ramón de Huesca, conocido popularmente como Padre Huesca, describía de esta manera la tradición de cubrir la reliquia de santa Orosia con ricos mantos que eran entregados por personas, familias, asociaciones o cofradías como ofrenda de gratitud, oración de acción de gracias o en cumplimiento de promesas y petición de favores. La costumbre, que se cree que es anterior al siglo XIV, se mantiene en la actualidad adaptada a los tiempos modernos, pero en esencia sigue siendo la misma, así como las motivaciones que la impulsan.

El Museo Diocesano de Jaca expone desde el pasado 6 de diciembre, y hasta finales de enero, Los Tesoros de Santa Orosia. Los mantos, una muestra que está concebida como continuidad a la organizada en 2016 en torno a las joyas de la Patrona de Jaca y sus Montañas, aprovechando la ocasión única que supuso en aquel momento la restauración de la urna relicario que se custodia en el altar mayor de la catedral.

“La presente exposición pretende mostrar varios de los mantos dedicados a santa Orosia, conservados en la ciudad de Jaca, y que representan verdaderas joyas artísticas por la calidad de sus materiales y sus ornamentaciones; pero, sobre todo, porque reflejan la fe de las gentes de nuestras montañas que a lo largo de los siglos han manifestado su profundo amor a nuestra patrona entregando estos textiles”, explica la directora del Museo Diocesano, Belén Luque.

Para ello, se han seleccionado 25 de los mantos más antiguos (de finales del siglo XIX), que se conservan en la Sacristía Mayor de la catedral. Además, se muestran 5 reproducciones fotográficas de piezas que actualmente se guardan en el interior de la urna relicario. Y todo el conjunto se acompaña con imágenes y textos referentes al contenido de la exposición y a los espacios en los que se han exhibido y venerado estos mantos cada 25 de junio en la plaza Biscós, el antiguo Campo del Toro: un primer templete, que data de 1525 y que fue demolido en 1907, y el templete de influencia andalusí y orientalista que se erigió entre 1908 y 1912 para desaparecer en 1968 con la remodelación de la plaza y la colocación del Monumento a la Jacetania de Ángel Orensanz. Se han incluido igualmente dos de los antiguos faroles utilizados en las procesiones entre los años 20 y 60 del pasado siglo y que fueron restaurados hace unos meses por la Real Cofradía de Santa Orosia. Como dato curioso, apuntar que son piezas que salieron de los acreditados Talleres Quintana de Zaragoza, los mismos que realizaron la carroza del Rosario de Cristal que se muestra en la festividad del Pilar de la capital aragonesa.

Esta exposición, que se ha instalado en dos de las alas del antiguo claustro de la catedral y la sala capitular, dependencias actualmente incorporadas al Museo Diocesano, tenía que haberse inaugurado el pasado 4 de noviembre, pero debido a la pandemia y a la restricción de la movilidad entre comunidades, provincias y ciudades, no fue posible. Coincidiendo con el puente de la Constitución e Inmaculada se decidió abrirla al público, a pesar de seguir vigentes las restricciones por el covid-19.

La temática y el contenido de la exposición han animado a los promotores a dar este paso, con la intención de que los jacetanos y personas interesadas en el legado orosiano puedan admirar de cerca y con calma unas piezas que son “auténticas joyas” de la artesanía textil de siglos pasados y que “son el reflejo del amor, la devoción y la confianza que tienen los jacetanos a su patrona”, apunta Luque, que no esconde su admiración por la calidad de los talleres de bordado que había en Jaca a finales del siglo XIX y principios del XX.

La exposición está organizada por el Cabildo de la Catedral de Jaca, la Real Cofradía de Santa Orosia y el Museo Diocesano, con la colaboración del Ayuntamiento de Jaca y la Diputación Provincial de Huesca. “Queremos agradecer a la Diputación de Huesca el préstamo de las vitrinas para mostrar los mantos, así como la implicación de todo el personal del área de Cultura del Ayuntamiento de Jaca sin cuyo trabajo y colaboración hubiera sido imposible desarrollar todo el montaje de la muestra”, reconoce Luque, que agradece igualmente la colaboración voluntaria de Isidoro Raigón, María José Bescós, Inmaculada Piedrafita y Gerardo Sánchez Mur, personas expertas en arte y muy vinculadas al Museo Diocesano.

Mantos que se muestran en la primera vitrina de la exposición | Museo Diocesano

Mantos con historia

Si bien ninguno de los mantos conservados actualmente sobrepasa los 150 años de antigüedad –debido en gran parte a la fragilidad inherente al material textil con el que están confeccionados–, parece que la tradición de recubrir con telas la sagrada reliquia de santa Orosia se remonta, al menos, a la época bajomedieval ya que se conservan noticias documentales que hablan de que a principios del siglo XIV al contacto con los paños que envolvían los restos de la Santa, muchos enfermos de los pueblos sanaban, explica Belén Luque. “No sabemos si aquellos paños era mantos, pero sí que existía una relación con la veneración a la santa Orosia”, precisa.

Con el paso de los siglos, la tradición de donar mantos e intercambiarlos por los conservados dentro de la urna se fue acrecentando y, “aunque esa es la principal causa de que los mantos más antiguos se hayan perdido o extraviado, nos queda el importante legado patrimonial y devocional que hoy exponemos”, recuerda.

“Los mantos de santa Orosia –continúa diciendo Luque– son ofrendas realizadas por distintos devotos (familias, particulares, asociaciones, cofradías, instituciones…) que a lo largo de los siglos han querido de esta forma honrar o agradecer a la Santa su protección y donde a veces esta gratitud está expresada directamente en la inscripción que se borda en el forro de la propia pieza”.

La Real Cofradía de Santa Orosia realizó hace unos años la catalogación de los mantos donados a la patrona y de cuya existencia se tiene conocimiento. Las piezas fueron inventariadas, fotografiadas y estudiadas, y con todo ese material se editó un libro que incluía un detallado estudio de investigación del historiador jaqués Alberto Gómez.

En la actualidad se conservan en torno a 150 mantos dedicados a santa Orosia. De ellos, 60 se custodian en la Sacristía Mayor de la catedral, 45 se encuentran en el interior de la urna, y otros tantos en casas particulares ya que, antiguamente, en caso de enfermedad grave, parto complicado o defunción, las familias solicitaban al Cabildo alguno de los mantos para colocarlo sobre la persona enferma.

“La colección ha ido creciendo a lo largo de los siglos, y a día de hoy continúan llegando donaciones por parte de particulares y asociaciones. De esta forma, cada 25 de junio, en el momento solemne de la apertura de la arqueta relicario para la veneración de los restos, se procede a sacar los mantos guardados en su interior que se van colocando sobre la tapa de forma que los textiles más antiguos quedan en la parte superior. En ese momento, el Cabildo recibe las nuevas donaciones que pasarán a introducirse en la urna al tiempo que se retiran el mismo número de mantos que pasan a ser guardados en la Sacristía Mayor y que son los que ahora exponemos”, comenta la directora del Museo Diocesano.

En el primer plano, uno de los mantos más llamativos por su tamaño | Museo Diocesano

Características y curiosidades de los mantos

Los mantos son piezas de tela normalmente de formato regular de unos 90 por 50 centímetros, de forma que, al doblarse longitudinalmente, puedan adaptarse al interior de la arqueta relicario, puesto que son entregados para guardarse unos encima de otros como cobertores de la reliquia de la Santa.

Los materiales con los que están elaborados son muy variados (tisú, terciopelo, raso de seda, damasco, brocado, hilo…) así como sus colores de base, aunque los más comunes son el rojo o granate, símbolo de la sangre derramada por Orosia al morir por su fe, o el blanco, en este caso como señal de pureza de la joven mártir.

De entre las ornamentaciones, tanto en las bordadas como en las pintadas a mano, los motivos más repetidos son el cetro y la corona (ya sea en su versión ducal o real) en alusión al linaje nobiliario que según la tradición se atribuye a santa Orosia, como hija de los duques de Bohemia. Junto a estos elementos heráldicos, no puede faltar la palma del martirio, símbolo de su muerte a manos de los musulmanes. Y, además, jalonando las telas suelen aparecer motivos florales como las rosas en clara alusión a la traducción del nombre de Eurosia como rosa de oro, y otras tantas flores silvestres como los lirios, reflejo de las florecillas que según la tradición iban brotando en los campos al mismo tiempo que el pastor Guillén de Guasillo trasladaba la reliquia de la Santa desde Yebra de Basa hasta Jaca.

Los criterios para seleccionar estos mantos entre todos los que se conservan en la Sacristía Mayor han sido fundamentalmente “cronológicos”, atendiendo a su antigüedad, pero también “estéticos”, por la calidad de los bordados o su originalidad, como en el caso de los que fueron pintados a mano o realizados con técnicas que son menos comunes en este tipo de piezas como el hilado. “Solo tenemos uno hecho con hilo, y aunque es muy sencillo, es también muy bello”, comenta.

“Hemos intentando que sean mantos distintos, para apreciar la variedad existente, y que sean estéticamente bonitos. Cada donante elige, dentro de sus posibilidades, los motivos que quiere plasmar en la ofrenda, porque no hay unos cánones establecidos. Por ello, no podemos decir que un manto sea más importante que otro, porque el principal valor es la motivación con la que fueron donados. Son piezas que en lo personal son únicas y como tales las hemos querido tratar en la exposición, de forma muy respetuosa. Estos mantos simbolizan lo mejor que cada uno de sus donantes, dentro de sus posibilidades, pudieron ofrecer a santa Orosia hace más de cien años”, asegura.

Para cada manto se ha construido un soporte específico, para que pueda visualizarse o realzarse mejor. Se exponen en el interior de vitrinas iluminadas, concebidas para este tipo de piezas, que han sido cedidas para la ocasión por la Diputación Provincial de Huesca. Son 14 vitrinas las disponibles, de ahí que la selección haya tenido que limitarse a 25 piezas. “Ha sido más por una cuestión de espacio que de limitar la cantidad de mantos”, señala.

El primer manto con el que el visitante se encuentra al comienzo de la exposición es una pieza sin datar, de la que tampoco se conoce el donante, elaborada en raso rojo con bordados en hilo de oro, lentejuelas y cuentas; decorada con entrelazados florales entre los que se incluyen los atributos de la Santa (corona ducal, cetro y palma), y enmarcada por un filete externo de flecos de hilo de oro.

“Aunque no se sabe la fecha de la donación, pensamos que es de principios del siglo XX porque en otra vitrina se exhibe otro igual de 1912, con los mismos motivos y elementos, pero en este otro caso están pintados sobre seda blanca”, apunta Luque. Este segundo manto fue donado en la fecha indicada por Marina Rodríguez Torres, como figura en la inscripción que aparece en el reverso.

Entre las telas pintadas destaca una de gran dimensión del año 1924, “regalo de Doña Isabel Lapieza”, confeccionada en seda blanca y pintura acrílica. Un ángel sosteniendo una corona real compone el motivo central, flanqueado por dos entrelazados florales. En los extremos inferiores, aparecen los escudos de la ciudad de Jaca y de santa Orosia, y está enmarcada por un filete externo de flecos de hilo de oro.

La historia de Dolores “Lola” de Olmo Iribarne, una artista jacetana que falleció en Buenos Aires (Argentina) en 2003, da una muestra de los motivos personales que hay detrás de cada uno de estos mantos. En este caso, se trata de una pieza sobre el martirio de santa Orosia que fue pintada y donada por la propia autora. Nacida en Jaca el 2 de marzo de 1905, emigró con su familia a Argentina a la edad de 9 años. En su juventud, su pasión por las artes plásticas le llevó a formarse con artistas argentinos como Adolfo Montero, Américo Panozzi o Roberto Rossi. Curso sus estudios en la Escuela Católica de Artes, completando posteriormente su formación en los talleres de Bruno Vernier y Ramón Gómez Cornet. Su obra se caracteriza por su estilo figurativo, cuyo colorido y tendencia a la descomposición de las formas en sencillas geometrías demuestran reminiscencias del cubismo.

Otro artista jaqués, en este caso Francisco Belsué, “Paco de Jaca”, como se refiere a él Juan Gavasa en una entrevista realizada en Toronto (Canadá) a principios de la pasada década, también donó un manto a santa Orosia. En este caso, la pieza, datada en 1954 y que llama la atención por su estética moderna y vanguardista, se muestra en una fotografía ya que al ser relativamente reciente todavía se conserva en el interior de la arqueta relicario y no puede exhibirse. Frank Belsué, que nació en 1935 y falleció en 2011, fue un diseñador de prestigio en Canadá, autor, entre muchos trabajos, del mítico logotipo del equipo de béisbol de los Blues Jays de Toronto.

Para poder cumplir con todas las restricciones sanitarias impuestas por el covid, se ha establecido un aforo máximo a la exposición de 6 personas/hora, habilitándose turnos de mañana y tarde de 45 minutos cada uno. Por ello, es necesario hacer reserva previa a través de los teléfonos del museo: 974 362 185 y 974 356 378. La entrada a esta exposición temporal contempla una tarifa única de 2,50 euros por persona.

El primer templete

La primera constancia documental que menciona este templete data del 25 de junio de 1525 donde se habla de “…capilla de señora Sancta Eurosia que está en el cementerio de dita ciudad” por lo que para algunos investigadores pudo ser fruto del mecenazgo del mercader jacetano Juan Lasala. En 1625, Fray Pedro de Santiago solicitaba al concejo jacetano la apertura de “aquel sepulcro del Campo del Toro”, lo que invita a pensar que el cuerpo de santa Orosia se conservaba dentro de la capilla o estaba enterrado en sus alrededores.

Gracias a las fotografías que nos han llegado del siglo XX como las que se pueden ver en la exposición, sabemos que se trataba de una pequeña capilla rectangular con dos pisos y un tejado a cuatro aguas (formando un conjunto de unos once metros de altura). El piso superior consistía en una galería abierta que se orientaba hacia el sur y desde la cual se exhibían los mantos de santa Orosia. Este primer nivel fue ampliado en el siglo XVII para hacer más cómoda la exposición de las reliquias y acoger a los eclesiásticos. En la planta baja, se encontraba la tumba del pastor Guillén. Aunque es difícil distinguirlo en las fotografías, es posible que el templete estuviera adosado a la muralla.

Fue demolido el 10 de agosto de 1907 a causa de los planes de remodelación urbanística de Jaca, que implicaron el derribo de la muralla y la reorganización del Campo del Toro.

Texto que forma parte de los contenidos que acompañan a la exposición Los Tesoros de santa Orosia (Los mantos) del Museo Diocesano.

El segundo templete

El templete que vino a sustituir al original fue levantado entre 1908 y 1912 por solicitud de la Hermandad de Santa Orosia, siguiendo un proyecto del teniente coronel de ingenieros D. Eustaquio de Abaitua. Para su construcción se contó con las humildes aportaciones de los habitantes de Jaca y pueblos vecinos (de 10 y 25 céntimos), así como otras más significativas como la del capellán Victoriano Manuel Biscós (Jaca, 1837 – Madrid, 1912), en honor al cual la plaza lleva hoy su nombre.

Por las fotografías y los restos arqueológicos conservados, sabemos que el espacio tendría unas dimensiones de 10 x 10 m y estaría rodeado por una pequeña reja. Estilísticamente respondería al eclecticismo, combinando elementos de influencia andalusí, orientalista y clasicista. Se componía de dos pisos, contando el superior con un balcón desde el que se exhibían las reliquias de la Santa.

La planta baja era de ladrillo y contaba con un pórtico sostenido por columnas dóricas. Disponía de un friso que la separaba del segundo piso y que estaba decorado con motivos ornamentales compuestos por ladrillos bicolores que recordaban a los paños de sebqa.

El segundo piso mostraba una mayor influencia clasicista, consistiendo en una ventana corrida decorada con balaustradas con columnas jónicas y corintias, arcos de medio punto y frontones.

El conjunto se cerraba con un tejado a cuatro aguas ligeramente aplanado y una linterna con cúpula bulbosa de influencia orientalista o, más concretamente, inspirada en el estilo neoindio inglés.

Fue demolido en 1968 y sustituido por la escultura de Ángel Orensanz Monumento a la Jacetania.

Texto que forma parte de los contenidos que acompañan a la exposición Los Tesoros de santa Orosia (Los mantos) del Museo Diocesano.

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