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Los actos se redujeron al homenaje a los caídos en el acuartelamiento de la Victoria y a la misa en la catedral

Misa en la catedral presidida por el obispo Julián Ruiz. MIGUEL RAMÓN HENARES

La celebración del día de la Inmaculada, la patrona del arma de Infantería, tuvo este año en un formato reducido y restringido al ámbito militar como consecuencia de las medidas sanitarias decretadas por la pandemia. En esta ocasión, no hubo desfile por la avenida Primer Viernes de Mayo ni acudieron autoridades civiles y militares invitadas. El acto principal fue el homenaje a los caídos en el acuartelamiento de la Victoria, donde aún eran visibles algunos restos de la nieve caída durante el puente. Mañana soleada y fría para una celebración que fue austera, atendiendo en todo momento a los protocolos sanitarios y de seguridad, y en la que se lucieron algunos trajes de época de la Infantería Española, portados por personal del Regimiento Galicia 64 de Cazadores de Montaña.

Posteriormente, en la catedral tuvo lugar la misa presidida por el obispo de la diócesis, Julián Ruiz, siguiendo también los protocolos de aforo y seguridad. Una imagen de la Virgen de la Inmaculada, rodeada de flores y situada en uno de los laterales del presbiterio, acompañó a los asistentes durante la eucaristía.

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